Las costumbres de Benquerencia si bien son similares a las de los pueblos del entorno, sin embargo tienen sus particularidades, que la define como una cocina de tradición. Así, la cocina de nuestros padres y abuelos benquerencianos está apegada al paisaje de la dehesa por lo que es una gastronomía natural, de manera similar a la de los pueblos enclavados en la serranía y en el llano que riega el Tamuja.
Las mañanas de entonces, cuando se habla de cocina tradicional como un signo de identidad, eran mañanas de sopas en los desayunos, de las pringás y de las migas invernales. También me cuentan que las poleás visitaban las mesas de cuando en cuando en cenas y sin olvidar las tortillas de patatas, los gazpachos y los repápalos o simplemente las pringás con vino o fritillas.
Las sopas eran de tomate, de patatas y de sardinas, a las que los lugareños solían ensartar por los ojos con una delgada cuerda para ponerlas a secar y conservarlas para todo el año. Eran tiempos de imaginación ante la escasez. También eran tiempos de cocido diario: “ … sabe que aquí se ha hecho el cocido con falda o pescuezo de cordero y tocino y chorizo patatero y no era cocido si no se le echaba hierbabuena …”, dijo una benquerenciana con la nostalgia reflejada en los ojos. Cuando vinieron mejores tiempos se hicieron otros platos: arroz, patatas y bacalao o patatas viudas, que “ entonces si que eran viudas…”. Era frecuente sembrar carillas en los melonares y luego se guisaban con romazas y otras hierbas de rebosqueo.
En la cocina benquerenciana encontramos los escabeches como platos esenciales, especialmente de bacalao y de perdiz, pero no se puede olvidar los escabeches de pencas de acelgas, de repápalos o peces. En general son platos fríos y apetitosos.
Las costumbres gastronómicas de este pueblo se integran en la propia vida de sus pobladores e intentan con el `paso de los años, que no se pierdan a pesar de la evolución social. La costumbre de la matanza se hace presente como un hecho fundamental en la vida de cada uno de los benquerencianos.
Antiguamente duraba tres días “… porque ahora la barullan y en dos días se hacen … “, me decía una simpática mujer de este pueblo. El, primer día la dedicaban a preparar los “ avíos “, el segundo día se realizaba la matanza y el tercero lo dejan para embutir. Durante esos días se hacían cocido, olla con berzas y huesos o patatas con carne de la cabeza del cerdo. También se hacía sopa de cachuela o sopa de hígado. Era habitual socochar la cabeza del cerdo o ecallarla para que la carne de la cabeza se pudiera quitar fácilmente. La matanza y el adobo de la carne para prepararlos embutidos lo hacían los hombres y las mujeres ayudaban a cocinar y encallar la cabeza para preparar la carne, así como embutir los chirizos y morcillas.
Los embutidos que suelen elaborar en este pueblo son morcilla de lustre o también llamada lustrosa, morcilla de carne, morcilla de berza, morcilla de calabaza, chorizo, salchichón, lomos entelaos, bofera y bollos de chicharrones. Además de curar paletas y jamones.
Pero si la matanza es una fiesta donde hacen cónclave amigos y familiares, podemos decir que una boda es una fiesta donde años atrás participaba casi todo el pueblo. En aquellos entonces de la mitad de siglo XX, las bodas tenían una gastronomía propia y próxima donde se desayunaba café con leche o chocolate y buñuelos de pandereta, que se hacía con la masa del pan y en el día de las amonestaciones se elaboraba rosca de piñonate. Se mataban unos gallos
y gallinas y se hacía pepitoria o arroz con menudillos. También frite o caldereta de cordero, así como escabeches.
Los dulces son frecuentes en los días de celebración y fiesta y concretamente en las bodas , así que suelen hacerse una gran variedad de dulces, como escaldaillos, flores, piñonates, perrunillas, roscas del candil, roscas borrachas, huesecillos, roscas de vina o borrachas y anjuelos.
Como se ha dicho la gastronomía está presente en mucha manifestaciones de este pueblo: un ejemplo lo tenemos el “… la corría del gallo ,, “ el día de los quintos, los cuales después de correr unos gallos se mataban y se comían con arroz y invitaban los mozos a las mozas a la fiesta gastronómica.
Otra costumbre es el día de la Chaquetía a primeros de noviembre donde los chavales van por las casas cantando y recibiendo frutos secos y frutas. Y las romerías como la de Agosto y la de San Blas el tres de febrero donde los lugareños hacen frite y caldereta para comerse con los familiares en el campo y especialmente la elaboración de dulces. De un modo general, se puede afirmar que los benquerencianos se aferran a su tradición pues conocer de donde se viene es mejor cimiento para saber a dónde se va.